El odio me hace hombre Me divide abierto atajo Genuina amarescencia De color desconocido Mastico los cristales Que destilan los pulmones De esta noche emperatriz gravitante He visto las señales Las declaro un esfumado Cobardes ilusiones Que caminan sin sentido Se exuda en mi columna La piedad de los ajenos Un escudo de jardines colgantes Son velas los deseos De perderme en la neblina Que brillan en el cuarto De los desafortunados No pienso descansar hasta encontrarme boca arriba En una tumba fresca de mosaicos decorados Pedante delgadez La que acompaña tu presencia Paisaje inexistente de tus hombros desleídos Te miro y reconozco tu mentira tan honesta Pensando en otra vida mientras tapas tus oídos Pigmentos imposibles Que develan mis secretos No encuentro en el espejo ningún rasgo conocido La luna desvanece mi disfraz civilizado Me inflama la paciencia con su manto desmedido Se cierran a mi paso las ventanas y las puertas Transito las esferas que colindan con la nada La calma es como un trago derramado en su vestido La piel de una mirada consumida por la plaga No queda humanidad en estos labios invertidos No queda humanidad en estos rasgos invertidos