En un pueblo de la sierra,
A un lado de Sonora,
Se mataron dos valientes
Por una mancornadora.
Los dos eran trasteritos,
Del Real de Buenasebí,
Uno al otro se decían
Si para morir nací.
Llegaron a una cantina,
Pidiendo buenos licores,
Empezaron a cantar,
Como buenos cantadores.
Ramón le dijo a Cecilio,
Cantame una cansioncita,
Pero muy bien entonada,
A salud de Rafaelita.
Cecilio le contestó,
Eso sí no me parece,
Cuando hablan de Rafaelita,
La sangre se me enardece.
Aquí nos la rifaremos,
Ramón le dijo a Cecilio,
Por el amor de Rafaela,
Dejo de ser tu amigo.
La de Cecilio era escuadra,
La de Ramón treinta y dos,
Pero las balas entraban,
En el pecho de los dos.
Cecilio cayó primero,
Con la sangre a gorgollones,
Diciéndole a su rival,
Así se acaban pasiones.
Ya con esta me despido,
Con mi botella de vino,
Por una mancornadora,
Murieron dos gallos finos.
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