Yo seré tu compañero par la farra y el vino,
La guitarra, los caminos, los amores lisonjeros,
Impuros y libertinos.
Pero si se acaba el vino, si te sientes prisionero,
Si amores verdaderos y no encuentras tu destino
Entre todos los senderos, yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero para el abrazo y la gloria,
Para perder la memoria con el tiempo y el dinero
Y palmadas laudatorias.
Mas, recuerda si el fracaso, te muestra su rostro fiero,
Los vencidos siempre fueron despreciados en su ocaso,
Por los que ayer los quisieron. Yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero para el sueño y la poesía,
Lo que llaman utopía, los que nunca la entendieron
Por torpeza o cobardía.
Y en la realidad mas dura y en el llanto mas sincero,
El rebelde desafuero, con toda mi encarnadura,
Para andar juntos, me quedo. Yo seré tu compañero.
Yo seré tu compañero, en razón, paz y verdad,
En justicia y libertad, que es todo lo que m as quiero
Aunque traigan soledad.
Para el odio y la traición o la envidia del artero
O soplón del carcelero, yo no presto el corazón
Y aunque me duela no quiero, que me llames, Compañero.
RAFAEL AMOR®
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Y NO QUISO LLORAR
Un día,
Despertó la casa igual que un campanario,
Izaron la bandera de un pañal
Y la vio pálida, dulce y sonriente
Con el pelo anocheciéndole la almohada
Y otro niño ocupando su lugar
Y no quiso llorar, y no quiso llorar.
Él, él ya la había visto acariciarse el vientre,
Tener en los ojos una inquietud de alas,
Que es la ternura, pájaro en las madres
Y a veces bajito la oía cantar
Para la espera una secreta nana
Y no quiso llorar y no quiso llorar.
Vio, ir y venir sus manos, de la aguja a la lana
Y su alma de la aguja al suspiro,
Por el que vendría y del suspiro al beso,
Sobre la ropita tibia del hermano nuevo,
Ese que vendría a robarle el cariño
Y no quiso llorar y no quiso llorar.
Todos vendrían hoy a ver la flor recién abierta
Y traerían caricias de pétalo y rocío
Y se vio tan solo y sintió que del pecho,
Se le volaban un millón de mariposas,
Roto el cántaro de su corazón pequeño
Y tuvo que llorar y tuvo que llorar.
En el mismo rincón en el que la fantasía había creado un mundo de amparos, la muralla donde la penitencia nunca le dolía. Y lloraron las aves, los caballos, las hadas y aquel perro invisible le lamía las manos sin poderlo consolar, sin poderlo consolar... ¿y bien...?
Pasaron los días,
Una noche la casa en su quietud de nido,
Tan ocupada en beberse la luna,
No oyó sus pasos, temblorosos, furtivos,
Ir con su mejor caballo hasta la cuna
Y al besar la pelusa del niñito dormido,
Decirle:- toma, vamos a ser amigos...
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