Los olivos son testigos del amor, Del "hágase" en Nazareth Y del Sí en Jerusalén. De su frente atormentada Y sus manos entrelazadas Que el hombre ha atado por temor. Es el Hijo que a aquella niña anuncié, Mi asombro era mayor que el de la esclava. Y el que el temblaba era yo al conocer Que Dios se haría carne por ti. Si quisieras ayudarme a comprender Por qué yo, un ángel, testigo pude ser De la Creación, de la redención, De tan inmenso amor. Hablándole de ti, le conforté en Getsemaní. Aquel corazón latía: "tengo sed. Venid y velad conmigo hasta el amanecer" Y aun viéndoles dormidos Y sumido en su dolor, Por ellos da la vida, perdónalos. Es aquel Niño al que acunaba José Que reía en sus brazos, escondido en Belén. Cuando vi a Dios llorando, solo quise enmudecer, Pero me enviaba el Padre: "confórtale". Si quisieras ayudarme a comprender Por qué yo, un ángel, testigo pude ser De la Creación, de la redención, De tan inmenso amor. Hablándole de ti, le conforté en Getsemaní. A Ti vengo hoy a hablarte de la santidad, De que habrá hijos tuyos que a tu Padre volverán, Que compartirán tu cruz y así a amar aprenderán; Que la Iglesia hoy por la lanza nacerá, Que la Iglesia hoy por la lanza nacerá. Si quisieras ayudarme a comprender Por qué yo, un ángel, testigo pude ser De la Creación, de la redención, De tan inmenso amor. Hablándole de ti, le conforté en Getsemaní Que yo hablándole de ti, le conforté en Getsemaní