Era un chiquilla y todavía despierta. Iba con sus padres por el bulevar: "Por un puñado de monedas de cobre Pueden ustedes verla de bailar". Cada madrugada volviendo para su casa Paran en la misma taberna a cenar. Sardina y pan póngale usted a la niña, A mi sólo un chupito de coñac. Y amaneciendo sobre los tejados Se escucha un zapateado de fuego Como el fuego del hambre y el miedo, O el miedo al silencio que trae su recuerdo. Carmen, la de la eterna mirada, Carmen, la eterna Carmen Amaya, Carmen, me sabe a lluvia tu nombre y a locura genial. Y al sabor del aire que mueve tu pelo y mece tu baile. Llegó hasta la cumbre de la noche clara. Cada amanecer su nombre resonó. Entren a verla ahora con Sinatra. Mañana Garbo y pasado sabe Dios. Uno a uno fueron llegando los mitos, Uno a uno fueron cayendo a sus pies, Y al pie de un árbol valiente y erguido, Dejó su baile y decidió volver. Y amaneciendo sobre los tejados Se escucha un zapateado de fuego Como el fuego del hambre y el miedo, O el miedo al silencio que trae su recuerdo. Carmen, la de la eterna mirada, Carmen, la eterna Carmen Amaya, Carmen, me sabe a lluvia tu nombre y a locura genial. Y al sabor del aire que mueve tu pelo y mece tu baile.