La diestra del excelso Mostróme su poder, En la tenaz batalla Me ha ayudado a vencer; Ella me dio la vida, Y ya no he de morir, Porque de su excelencia La gloria he de decir. Cuando me vi afligido, A Jehová clamé; En su inefable nombre, Tan sólo tuve fe. Él corrigió mis yerros, Viendo mi corazón, Y así veré la eterna Tierra de promisión. A ti, señor, deseo Mi canto aderezar; Sobre mi tosca lira Elevo mi cantar. Del polvo levantado, Por tu poder me vi, Por eso, Dios eterno, Mi voz levanto a ti. Sí, él del universo Es la piedra angular, La redondez del mundo Es de Jehová el altar. Cantemos, pues su gloria En plácida canción, Y nuestras voces lleguen A la eterna mansión.