Al rumor de las selvas hondureñas Mi dulce cuna, suave se meció, Sus brisas me arrullaron halagüeñas Y un cielo de topacios me cubrió. En sus florestas encantadoras Felices horas, felices horas yo disfruté. Oyendo cantos, mirando flores, Sintiendo amores, sintiendo amores, Teniendo fe, teniendo fe. Teniendo fe, Oh! celestes visiones de mi infancia Oh! paraíso de inocente amor, No esquivéis vuestra límpida fragancia A mi alma que hoy se muere de dolor. Niñas hermosas de mi alborada Que en polvo y nada, que en polvo y nada Rodar me veis, ensueños de oro, tiempo querido, Por Dios, os pido, por Dios os pido No me olvidéis, no me olvidéis. No me olvidéis.