Estoy preso de algo que escribí Hace demasiado tiempo, Que tu boca era mi boca Y entre los dos ya no había ropa. Y ahora cuando miro atrás, A veces puedo darme cuenta Que no hay mal que por bien no venga, Ni dolor sin compensación, ni gozo sin dolor Y no hay dolor que no enseñe nada, Ni una noche en vela que no escriba, Pa' curar mi rabia con saliva, Y vomitar mi ira con palabras, que luego canto Cuando la muerte silencie mi voz, Cuando el telón descienda Mi canción seguirá hablando con la vida Que dejé escondida en ella. La vida, las noches, las penas, Los que vienen, los que van, los que se quedan; Lo que nunca querríamos haber conocido: ¡nosotros mismos! ¡Y al suelo otra vez, Que no hay dos sin tres, Ni gozo sin dolor! Ni una pizca de canción desesperada, Que no salga de mi boca maltratada. De absurda y ronca cantinela, De la creencia certera De que ninguna guitarra Canta en manos de un cobarde Y todas las tristes tardes, Y todas las noches que me hice, Ante un papel, ante una barra, Sé que encontraré la forma Y si no, pues me la inventaré Cuando la muerte silencie mi voz, Cuando el telón descienda Mi canción seguirá hablando con la vida Que dejé escondida en ella. La vida, las noches, las penas, Los que vienen, los que van, los que se quedan; Lo que nunca querríamos haber conocido: ¡nosotros mismos!