¡Oh, Dios! Tú que has hundido mi miseria enloqueciendo mi incertidumbre Tú que descubres los mil giros de mi sufrir Y rebajas mi sentimiento hasta el infinito Para hacer de mí un ridículo Tú que me envuelves, que me adoras Tú que me azotas y yo padeciendo No sé si estoy en ti pero te siento desde siempre Temiéndote... y amándote Reacciono... y te detesto a veces Pero noto que soy tu juego y me desagrada ¿Por qué ríes? Nosotros, juguetes Tú, venerado Tú, Dios Y nosotros, inútiles Tú, poderoso y decisivo Nosotros, absurdos Y tú, ¡realidad!, ¡maldad!, ¡bondad!, ¡todo! Solo sé que algo está ocurriendo Existen dos mundos Uno claro, otro oscuro Y ambos son lógicos y naturales Decisivos... Ambos son... ¡Abraxas!