He decidido nombrarte Juana En la distancia de dos metros En el recorte de tu nuca En lo indecible de tu pelo He decidido nombrarte Juana En todo tu largo cuerpo interminable En el instante mínimo en que rozas el mundo con tus ojos En la irreverencia de tu mano blanca en el cuaderno He decidido nombrarte Juana En la firmeza absurda de tus pechos En la monárquica prestancia de tus gestos En el agujero en el tiempo de la nada En el capricho sensorial de mi retina En el íntimo sector de mi cerebro en el que te nombro Juana Y al nombrarte Menos lejos de mis manos son tus piernas Menos cierto lo implacable de tu espalda Menos muerta la ilusa ilusión de susurrar en la batalla Tu verdadero nombre