Nos conocimos en los suburbios de Paris
Paseando como turistas amargados
Tú tropezaste sin querer mirando el móvil
Y de tu bolso cayó un libro de Hermann Hesse
No hubo duda, era El lobo estepario
La novela que tantas veces devoré
Aquello fue un sarcasmo del destino
Tres hurras por el puto Hermann Hesse
Y conectamos como dos almas en pena
Siempre dispuestos para dramatizar
Me fascinó tu profunda tristeza
Mi desdicha te empezaba a enamorar
Filosofamos paseando por el Sena
Como lobos orgullosos del dolor
De las piedras que derrumban mi tejado
De la muerte que te vino a visitar
Y seguimos caminando atormentados
Melancólicos, sin nada en que creer
Nos sentimos desplazados de este mundo
Y, cómo no, apareció la Torre Eiffel
Y me contaste tus delirios y tus miedos
Bajo la luna en un café de Montparnasse
Y de repente me pediste fuego
Y uno tras otro no paramos de fumar
Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay
Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay
Nos recreamos invocando el suicidio
Y los dos empezamos a fantasear
Y lo tomamos como un esnobismo
Pero nos fuimos derechos al campanar
Allí de pronto nos miramos a los ojos
Antes de tirarnos de una vez
Y bajamos hasta las catacumbas
Hicimos el amor por Hermann Hesse
Y a cada beso aumentaba la condena
Enamorados de nuestra enfermedad
Reímos juntos como magdalenas
Y la tragedia no dejaba de gozar
Aquella noche nos volvimos como locos
Y nos vengamos de toda la humanidad
Follando en el diván de Quasimodo
Fue la noche que incendiamos Notre Dame
Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay, ay... Ay, ay, ay