Hace mucho tiempo En una montaña tucumana Un campesino de Amaicha Me dio una lección inolvidable Estaba el hombre a 20 metros míos A caballo, adelantado al camino Y tarareaba despacio un aire de baguala Yo acerqué mi caballo al suyo Y él calló, dejó de cantar Le pedí que cantara, y cometí el error de alabarlo "Cante señor", le dije "Siga cantando, que está cantando lindo" Y el hombre me miró sonriendo y me dice "Por favor no se chancee, no se burle de mí, señor" "Yo canto fiero" "Pero lo lindo de mi canto lo pone el cerro, lo pone la montaña" "Ahora yo, yo canto feo, señor, lo bello lo pone la montaña" Hermosa lección me dio, inolvidable lección Ese paisano de Amaicha, de Amaicha del Valle Más allá de Tafí del Valle Los que andamos por el mundo En tablados, en escenarios, en bibliotecas En la soledades de este planeta Tan lleno de atracciones y misterios Encantos y desencantos Tenemos que cantar Solo poniendo el recuerdo, el cariño, el amor a la patria El recuerdo al terruño, a la patria chica, a lo que uno ama desde niño A la raíz que pretende nunca olvidarla Nunca desarraigarse de su tierra Es lo único que nos puede defender No tenemos, como ese paisano de Amaicha Ese desconocido señor de a caballo Pleno de soledad, de cobre en su rostro Y de bello canto, embellecido por la montaña No tenemos montaña que nos proteja Y nos haga encantador el canto nuestro El agreste, sencillo y rústico canto De los que andamos por el mundo Con un desamparo que solo el buen recuerdo alcanza a consolar Me gusta verlo al verano Cuando los pastos maduran Me gusta verlo al verano Cuando los pastos maduran Cuando dos se quieren bien De una legua se saludan Cuando dos se quieren bien De una legua se saludan