Puedo anesteciar la cabeza algunas horas con un relajante barato, pero la resaca cobra su venganza eventualmente Puedo distraerme contemplando el movimiento de los árboles sentado en algún parque solitario, pero el sudor termina por amplificar los mudos mi lamentos de mi mente Puedo saturar mi cerebro de televisión, de videojuegos, de música plástica, de literatura de baño Puedo perderme en conversaciones vacías con gente que no conozco, Esa masa disfuncional que dice ser familia Puedo dibujar, escribir, tocar la guitarra, lavar la loza, cocinar, barrer la casa, lustrar los zapatos que nunca uso Alimentar al gato, acariciar los perros caminos al almacén, acabar una cajetilla de cigarros mientras bebo un café aguado Enojarme mientras descubro las mentiras de la prensa, tararear una canción sin motivo alguno Ir al baño con algún suplemento de electrodomésticos Puedo releer a Cortázar y a Los malditos, beber una cerveza por la tarde, ir al supermercado, pasear por el centro de la ciudad Puedo mirar discos en eleurocentro, puedo reencontrarme con amigos que ya no lo son, puedo mirar mujeres en cada semáforo y verlas perderse entre la multitud Puedo tomar un helado en el barrio lastarria, puedo irme de borrachera por el barrio 18 Puedo mirar con asco la catedral, los locales de comida rápida y los bancos Puedo ir al circo gratuito del callejón central, puedo sofocarme en el metro, buscar un trabajo part-time para luego no tomarlo Puedo evitar pisar las lineas del asfalto, ignorar a los mimos, y ver mi reflejo en las vitrinas Chequear las llamadas perdidas que no tengo, encender un cigarro y envolverme en su humo corpulento Chocar con oficinistas apresurados, leer los titulares de cada kiosko, perderme en el estruendo de bocinazos con muchedumbre Contemplar la miseria de la vejez en cada plaza, visitar viejos lugares malditos que poco me importan, tomar una micro para finalmente morir otra noche más en mi sepulcro Pero nada, nada logra sacarte de mi cabeza.