Escucha bien mi viejo amigo No sé si recordarás Aquellos tiempos ahora perdidos Por las calles de esta ciudad Leímos juntos libros prohibidos Creímos que nada nos haría cambiar Vivimos siempre esperando una señal En el límite del bien, en el límite del mal En el límite del bien, en el límite, en el límite Te esperaré, en el límite Es duro estar tan abatido Cuando no sientes el dolor Es como clavar un cuchillo En lo más hondo del corazón Escucha bien mi viejo amigo Nunca olvidé nuestra amistad La vida es solo un juego en el que hay que apostar si quieres ganar En el límite del bien, en el límite del mal En el límite del bien, en el límite, en el límite Te esperaré, en el límite A mis dieciséis años me dijeron Que la poesía no estaba hecha para hablar de la noche De la sangre, ni de lo prohibido Que para eso, para eso ya estaba el rock and roll Entonces, con la inmortalidad que te regala la adolescencia Yo les dije que la poesía hablaba todas las lenguas Porque sus besos eran internacionales Que la poesía era sucia excesiva e, incluso, un poco maleducada Que había faltado el respeto todos los rockeros conocidos Que no sabía de normas, ni de métricas, ni de acentos Esta juventud infinita vino para ser insurgente Para convertir el bien y el mal en sinónimos exactos En amigos indisociables y cómplices Cómplices de todos los que quisimos olvidar edades y calendarios Es la poesía el grito del ahogado Un acorde de Chuck Berry O este barco sin rumbo ni capitán Es el desparejado en medio del baile Un no ser ni de aquí ni de allá O este tren de medianoche Ahora, ahora dame la mano y dime, amigo ¿Nos vemos en el límite del bien y del mal?