Ante las puertas del cielo Llegan jóvenes y viejos, Cuerdos y locos de atar; Mercaderes y poetas, Putas, frailes, proxenetas, Gente civil y militar. Ante las puertad del cielo Todos se apuntan al credo Que promete el más allá; Hijos de todas las madres, Héroes, yonquis y cobardes, Todos se quieren salvar. Oh, creer. Oh, creer. Nadie sabe qué diablos habrá después de creer. Ninguno ha abierto los labios ni ha conseguido volver. Acusación manifiesta de querer y no poder. Vanidad de vanidades, lo dijo el Eclesiastés. Creer debe ser un viento Que apague todos los fuegos Que proponga la razón. Creer debe ser un premio Para el que guarde el secreto Que congela el corazón. Creer debe ser un cuento Para soñarlo despierto Sin tener que despertar. Deberá ser un descuento Para todo pensamiento Que nos proponga dudar. No creer, no creer. Nadie sabe qué diablos habrá después de creer. Ninguno ha abierto los labios ni ha conseguido volver. Acusación manifiesta de querer y no poder. Vanidad de vanidades, lo dijo el Eclesiastés. Creer es saber la historia Que escribirá la memoria Sin revelar el final. Creer es saber los versos Que sueñan todos los sueños Que no vale adivinar. Creer será la aventura Que sin asomo de duda Nos ayuda a envejecer. Creer será hurgar la herida Que tiene el alma furtiva Por saber y no poder Creer, creer. Creer, creer y no creer