El dolor nunca termina Solo se pausa y espera Hasta que lo miras de nuevo De aquello recuerdo el grito Seco, como una extensión del silencio Recuerdo el cansancio Un cansancio pegajoso que asfixia Y del que nunca voy a librarme Recuerdo mis huesos crujiendo contra la puerta Para impedir que entraras Tu risa al otro lado, mientras a mí me faltaba el aire Tu carcajada lenta, tu voz extraña Recuerdo el golpe De aquello recuerdo la habitación vacía Los cigarros mal liados Salir de noche a la calle para que nadie Porque todos eran tú, me viera Recuerdo la falta de aire y el exceso de miedo Recuerdo sonreír en mitad de la calle y romper la ciudad Es difícil huir Cuando no existen manos que fabriquen el camino Es difícil huir del infierno Y no morirte en el intento De aquello recuerdo los días lentos, tu abrazo denso Tu cuerpo trepando sobre el mío como un reptil La oscuridad, tus lágrimas, el manoseo sucio Todas y cada una de las mentiras que deseé que lo fueran Porque así todo sería más fácil Recuerdo negarme el odio Y el frío, tanto frío Mis manos congeladas, el cuerpo que tirita La vida no se para De aquello recuerdo una casa que ahora es sombra Un amor tan lejano que solo es un punto Que se deshace en el paisaje Me recuerdo a mí Con una pastilla en la mano y la otra en la boca A medio vestir en el suelo del salón El pelo mojado, la mirada en otro lugar Y tus gritos, cada vez más lejos Cada vez más callados Cada vez más ahogados Como cada día que viví contigo Después de que me partieras en dos Sin aire, sin voz, sin casa El dolor nunca termina Solo aprendemos a mirarlo