Perteneciente a un pueblito de mi noroeste entrerriano Inauguraban un aula, obedeciendo al mandato Ya que una ley estipula que a modo de padrinazgo El aula, como homenaje, lleve el nombre de un soldado Fue entonces que decidieron tomar todos los recaudos Y para elegir el nombre un cierto día convocaron Al grupo de excombatientes, que se formó hace unos años En Concordia, y enseguida acudieron al llamado Gustosos por compartir con los gurises un rato Predispuestos como siempre, sabían los veteranos Que más que una charla era responder a un cuestionario Surgido de esos gurises, ansiosos por saber algo De la guerra de Malvinas y de todos los muchachos Los que en la flor de la edad con la muerte se encontraron Cada pregunta inocente se transformaba en zarpazos Que los llevaba a la escena de bombas y de disparos De frío, de viento, de mar, de roca, muerte y espanto Y para salir de eso, tal vez, fue que preguntaron "¿Alguien de ustedes conoce, o saben, de un ex soldado?" Y medio en broma, un alumno dijo: "aquí cerca en el campo Está el loco Fherenbacher, que sabe decir, de a ratos Cuando delira y se ríe, que él había sido soldado Y que combatió en Malvinas, y qué sé yo y qué sé cuánto Es un loco de la guerra y aquí nadie le hace caso" El grupo de ex-combatientes se fue al registro de datos Donde encontraron su nombre con errores ortográficos Sin duda era uno más que el olvido había tragado Producto del descontrol de quien debía hacerse cargo Sobreviviendo al horror porque Dios puso la mano Refugiado en la tapera que sus padres levantaron Escondiendo su recuerdo en un monte de naranjos Decidió sin decidir, vivir como un ermitaño Llevando en su corazón, como un tatuaje grabado Al amigo que murió en el crucero Belgrano En absoluta indigencia sus compañeros lo hallaron Y él dice que está contento, pues va a ser beneficiario De la mutual que el gobierno le otorgó a los veteranos Una medalla grandota lleva en su pecho colgando Y Dios sabe qué fantasma descuelga de su pasado Sentí vergüenza al saber que a kilómetros escasos Del lugar donde yo vivo había un héroe abandonado Y ante tremenda injusticia, el débil consuelo hallo Que Francisco Fherenbacher viva como un ser humano Y su nombre esté en un aula de un colegio secundario