Abro el armario de mi habitación. Las vivencias guardadas no tan lejos como creo yo. Siempre fuimos un número irracional, el temor de todos, el Sol sin apagar. Mírame, míranos, no estamos solos. Mírame, míranos, no estamos muertos. Si al final la caja de recuerdos siempre perdurará. Dicen que los finales son difíciles de encajar. La vida sigue mi cabeza no para de girar. Buena memoria puede arreglar la torpeza a la que un día me tuve que habituar. Mírame, míranos, no estamos solos. Instantes que no cambio. Cuando volamos alto. Los recuerdos empañados forman parte del ayer. Hoy no los vamos a contener. Las hormigas me suben por los pies. Metáfora espontánea que me ayuda a creer en aquellos momentos que un día anhelé. Palabras que salen caras y me hacen enloquecer. Y doy gracias a esta brisa que me despierta del delirio amanecer. Instantes que no cambio. Cuando volamos alto. Los recuerdos empañados forman parte del ayer. Hoy no los vamos a contener. De vuelta a la realidad, caída sideral. Pero no hay nada mejor que aprender a respetar el miedo y lanzarse en el momento ideal. Instantes que no cambio. Cuando volamos alto. Los recuerdos empañados forman parte del ayer. Hoy no los vamos a contener