Los cirios refulgen sus luces doradas, Las flores perfuman encima, el altar, Y un velo de novia de gasas aladas Espera a la novia que va desposar. No tiene la novia, esposo terreno, No tiene la novia, su amante carnal, Es Cristo que espera la flor de su seno Y es nube de incienso, el lecho nupcial. Formando el cortejo, de negro tocadas Las siervas de Cristo esperan llegar, A la blanca novia y están sus miradas Suspensas y graves, con dulce mirar. Las filas se abren y el órgano, grave, Modula en su canto la voz de Dios, La novia de Cristo, con temblor de ave, Ofrece sus trenzas que un ángel tejió. Con áureas tijeras las trenzas cercenan Y cubren la frente con negro mantón, La música canta, las campanas suenan Y hay más de un sollozo dentro del corazón. Consagrada al cielo, se va la monjita, Adiós dijo al mundo y a todos adiós, Mientras que de hinojos, una viejecita Solloza: ¡Adiós, hija, para siempre adiós!