Vivo sin saber cómo puedo resistir Esta fiebre que se aferra a tu querer. Son remolinos con tu nombre y mi locura, Con tu risa y mi amargura, que torturan mi vivir. Quiero no querer lo que sufro por vencer Este viento de tristeza y soledad. Y, nuevamente, me aprisiona el remolino Con tu sombra, con mi sino, sin salvación. Tu voz... Vuelvo a escuchar tu voz. Vuelves en el adiós, Y ¿para qué te quiero así? Y ¿para qué? Si tu querer, Solo dejó mi corazón, Sin su latir, Sin ilusión. Tu voz... Vuelvo a escuchar tu voz. Vuelves en el adiós Y el remolino Con tu risa y mi rencor Y tu reír y mi dolor, Y yo que di todo mi amor. Di mi corazón sin medir por qué lo di Y el amor me regaló su desamor. Es el castigo que me da tanta bonanza Y me roba la esperanza de seguir mirándote. Justo y pecador todo di y no pedí Nada más que la alegría de un adiós. Y voy sufriendo como sufre el que ha pecado Porque quise y he soñado tu redención.