Predifuntos jugando a la petanca En los gélidos parques madrileños, Me instan a empujar de la palanca Que paraliza mi donaire ingenuo. Y pienso en que jamás veo mujeres Entre tanto bastón y boina ajada, Pero una dama hay cerca que les hiere Mostrando el Aqueronte en su mirada. Nadie tiene miedo a no nacer Antes de haber nacido Pues no es nadie quien no nace Y no es nada quien fallece, Lo segundo no nos place, Lo primero no acontece. Nadie cree que el polvo de su piel Lo barrerá el olvido. No hay más rumbo y más destino Que acabar en el final, A pesar de los caminos Hechos hoy sobre la mar. Quién pudiera tener alas En el filo del adiós, Escapar de la antesala Previa al fin de la función. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? He aparecido en este río. No sé qué hacer ni adónde ir, He naufragado cerca de Epiro. Una mujer Me miró a los ojos, me enamoró. A ella me acerqué Y entre sus brazos mi alma cayó. La acompañé A un lugar que estaba muy lejos De mi ciudad. Y allí también jugaban los viejos. Inconscientes rompiendo margaritas En el prado intermitente de sus vidas, Tales flores deshojadas y marchitas Se verán en nuestras tumbas esparcidas. Y la vida prosigue su camino Nadie sabe qué deparará el destino, Yo no puedo dejar de preocuparme Por la muerte y sus insospechados cauces. Nadie tiene miedo a no nacer Antes de haber nacido Pues no es nadie quien no nace Y no es nada quien fallece, Lo segundo no nos place, Lo primero no acontece. Nadie cree que el polvo de su piel Lo barrerá el olvido. No hay más rumbo y más destino Que acabar en el final, A pesar de los caminos Hechos hoy sobre la mar. Quién pudiera tener alas En el filo del adiós, Escapar de la antesala Previa al fin de la función.