En las alturas de las montañas Existe un pobre rancho Una viejita todas las tardes Llora y suspira ahí "Triste es la vida así Quiero mejor morir" Suenan las notas del fiel rondador En los labios del indio Que brinda su amor A la dueña de su corazón "Hijo de mi alma, de mi alma hijo mío ¿Dónde existes no te oigo No te veo, dónde estás? Contesta a tu viejita que te llama y no respondes Al cariño de tu madre y a la voz del corazón Te marchaste una mañana, presuroso y agitado Que volvías me dijiste, que volvías al partir Y no vuelves a tu casa Ni a tu casa ni a tu madre Que te llama que te extraña Que sin ti se muere ya Vuelve pronto mi adorado Mi consuelo, mi esperanza Que te espera mi angustiado corazón" Todas las tardes, junto a la puerta Suspira y llora así "Hijo de mi alma, de donde existes, vuelve prontito a mí" Más una noche tras lento paso Vino la aurora así Pálida y fría junto a la puerta Estaba muerta ahí... ahí... ahí... ahí