Hace algún tiempo que te enamoro, Chongoyapana; Pero mi llanto, ni mis suspiros Tu pecho ablandan. Como las piedras del Racarumi Es dura tu alma, Para este pobre que te ha venido Siguiendo, ingrata. Sé que tus ojos abrasadores Miran con ansias, Al venturoso que te desdeña Y a quien tú amas. Pero ¡no importa! Yo también tengo Quien me idolatre, Quien por mi pena, por mí suspira Y aun vierte lágrimas. Tiene ojos verdes, cabellos rubios Y tez de nácar. Y sus sonrisas son las canciones De la Esperanza. Conque así mira, no me desdeñes, Niña simpática; Porque aburrido tal vez me ahorque De tu ventana. Y entonces el vulgo diría al verte, Cuando pasares; Ahí va la niña de faz de cielo Cuyo amor mata.