Esta es la historia espantosa, La aventura dolorosa De un juerguista tremendista, Un artista del mamarse hasta perder la vista. Impactaba su elegancia, Su sombrero, su fragancia. Y el fular al jugar En las verdes mesas donde manda el azar. Le vibraban las mujeres Y las timbas en burdeles Donde pierdes pasta y alma Pero baila Charleston: "¡Vamos niños al salón!" Dios velaba por su vida Si bebía y no veía. El juerguista hedonista Aún sin vista siempre aterrizaba en pista. Pero una noche de otoño Bebió como mil demonios. Líquidos (líquidos) Y todos los fluídos que le fueron sugeridos. Y al final le inspiró la madrugada, Remojar con su meada La farola que lucía Seca y sola junto a la comisaría. Siendo su visual tan pobre, Viendo la mitad y no el doble, Se meó en el policía Que hace guardia noche y día junto a la comisaría. Sin protestas y sin quejas En cuanto se vió entre rejas, Sin rechistar con su fular Sólo preguntaba: "¿Dónde está el mini bar?" Triste historia de un juerguista Que aún teniendo poco vista No vio mal de orinal El usar al funcionario estatal.