A la una te quedabas, Y la media que te irías, Y las dos iban mis labios Por los tuyos todavía. Y a las tres que me adorabas, Dama de todos mis días, Por el jardín de tus dudas Me perdía. Dieron las cuatro y las cuarenta, Tu casa fue mi laberinto, Y me rendí para quedarme Preso en tu dulce recinto. Y a las mil si las contara, Dama de todos mis días, Por el parque de tus horas Me perdía. Tu boca como un precipicio Y yo arrojándome a las olas, Derramo perlas por tu vientre, Soy por tu lengua caracola. Y de la luna me tiraba, Dama de todos mis días, Por la orilla de tus besos Me perdía. Van a decir que ni soñando, Esa dama nunca fue mía. Bendito sueño si soñara Que mi sueño se repetía Y contigo despertara, Dama de todos mis días. Por tus mil y una noches Me perdía.