Me inundo enteramente en la levedad del pensamiento La metrópolis cesa, solo quedamos las flores y yo Tu sombra aún permea el aire que respiro, Mi luna espléndida, mi deseo incesante Converso regularmente con las dalias, Las margaritas me acogen como sabias Siempre han sido amables En un campo lleno de vida me siento hueco Pero al menos tengo aquella conversación Mi hogar en tu sonrisa La cálida luz es Hay un hombre con girasoles reemplazando sus ojos Me abstraigo Y me encuentro en un mate forzado en cinco Las flores sabiamente aconsejan El niño con el sueño persiste La resiliencia de la vida no se va El punzante dolor en mi, La resiliencia de la vida no se ve Nunca viajo enteramente No soy o que no soy Solo se que quedo O quedamos Las flores y yo