¡Qué lento! Qué lento Va rozándome esta rama ¡Qué lento! Va pasando de la valla... ¡Qué lento! ¡Qué lento! ¡Qué lento! Despierto... me alerto, Pero ya se cuela dentro, Ay... adentro... más adentro... Viene y va en su movimiento... ¡Que aquí no habita guardador! Urdes tela de maraña, Invasor de planta y maña ¡Qué lento! ¡Qué lento! Sin apenas aspaviento, Te cuento, Que me robas el aliento... Que roturas una senda hasta el centro... Tu procedimiento De adobarme con candela el cemento... Camposanto, mucho viento... Reviento... reviento... En un ramo de fulgor mi sarmiento. ¡Que aquí no habita guardador! ¡Saco kilos de metralla Y la pose de batalla! Mas lento... ¡Qué lento! El fracaso de mi intento Presiento, La caída del cimiento, Te cuento... ¡Qué lento! ¡Qué lento! Si no lo aparento, Yo confieso que te siento... Te siento... si te siento... Yo me guardo la calor Y te miento... Muy a pesar de mi valor, Tu riada miel de caña Me ha tumbado mi muralla... Detento momento, Infinito mi contento, Te cuento Que abandono el campamento... Yo despego sin control del asiento... Me ausento con cientos De millones de destellos al tiempo Dinamita el firmamento, Yo lento consiento... Que afanaste con soberbio talento. Que aquí no habita guardador... Desperdicio de balanza, Que tu cuerpo la remansa... Que aquí no habita guardador... ¡Saco kilos de metralla Y la pose de batalla!