Hay mujeres de las que el mundo se enamora
Hay placeres por los que al final se llora
Hay canciones para dos que se cantan a una voz
Y hay silencios que no sirven pa mentir
Hay lugares a los que nunca regresamos
Hay un nudo en la garganta cuando amamos
Hay más campo que ciudad pa los que quieren volar
y hay derrotas que te harán sobrevivir
Incoherente colectivo, delincuente arrepentido
Duende malo que no sirve pa cantar...
Hay mujeres de las que el mundo se enamora
Hay placeres por los que al final se llora
Hay canciones para dos que se cantan a una voz
Y un mal sueño que nos hace despertar
Hay caminos que nos llevan a encontrarnos
Y destinos destinados a cambiarnos
Hay más tiempo en el reloj del que dura esta canción
Y un te quiero que tus labios no dirán
Incoherente colectivo, delincuente arrepentido
Duende malo que no sirve pa olvidar
No me pidas que te bese, no me obligues a quererte
No hay pecado en vivir en libertad
Incoherente colectivo, delincuente arrepentido
Duende malo que no sirve pa olvidar
No me pidas que te bese, no me obligues a joderte morderte
No hay pecado en vivir con dignidad
Incoherente colectivo, delincuente arrepentido
Duende malo que no sirve pa olvidar
No me pidas que te bese, no me obligues a quererte
No hay pecado en vivir con dignidad
No hay pecado en vivir con dignidad
No hay pecado en vivir en libertad
¿O es que no veis que el canto de los gallos
Es igual en todos los amaneceres
Que en cualquier lugar los niños lloran al nacer
Y los ríos lloran hacia el mar
Y los pájaros vuelan tejiendo una uve?
¿No veis que el cielo no sabe si cubre fronteras o valles
Quimeras o montañas, países o calles?
Decidme si es que acaso no veis la perfección
Que se esconde en el corazón de una madre
Estáis to ciegos, mirando al vacío, alimentando al ego
Persiguiendo al ruido, defeniendo al miedo vencedor vencido
Estáis to ciegos, y no en el buen sentido, no
El mundo gira igual que ayer, igual que mañana
Y siempre vuelve a amanecer en esta ventana
El mundo gira igual que ayer, igual que mañana
El pecado estaba en Dios, y no en la manzana