Un pobre forastero vi Por mi camino al pasar él me rogó con tanto afán Que no lo pude rechazar Su nombre, su destinación Su origen no le pregunté Mas cuando su mirada vi Le di mi amor; no sé por qué El pan, escaso para mí Comía cuando él llegó Mas vi su hambre y se lo di él lo bendijo y lo partió Los dos comimos de ese pan Que en manjar se convirtió Pues al comerlo con afán Maná a mí me pareció Al acercarme al manantial Sediento y débil lo hallé El agua clara no alcanzó Y pareció burlar su sed Corrí, mi copa le acerqué Bebió, tres veces la vació Después, me la llenó y dio Y para siempre mi sed sació Cayó la noche invernal Con espantosa tempestad Su voz en la tormenta oí Y lo acogí en mi hogar Le atendí, lo conforté Mi propio lecho le ofrecí En duro suelo me acosté Mas en Edén creí dormir En el camino lo hallé Golpeado, herido, por morir Sus llagas con amor vendé Su aliento hice recobrar Sané su cuerpo y oculté La herida que tenía yo Y desde entonces la olvidé La paz mi corazón llenó Lo vi esperando en prisión La muerte como un vil traidor De la calumnia defendí A mi amigo con valor En prueba de mi amistad Me suplicó por él morir La carne quiso rehusar Mas mi alma libre dijo "¡Sí!" Al forastero vi ante mí Su identidad Él reveló Las marcas en Sus manos vi Reconocí al Salvador Me dijo: "Te recordaré" Y por mi nombre me llamó "A tu prójimo ayudaste y Así serviste a tu Señor"