En Segovia más de mil siglos atrás Dos hermanos sueñan una dama En abriles diecinueve En alma, una niña de nieve. Blanca es dueña un castillo en el pinar De delirios que habrán de ocultar De un dolor a doble filo en celo De sangres y espadas en duelo. Al sur del atardecer dibuja Tu cuerpo de mujer Estatua de arena y de sal Tendida en la soledad. Tantos pulsos de su amor se esperan Que no caben en sus primaveras Y en su cama con boca de Judas Desoja la flor de la duda. Mansa, como una paloma de la paz En designio vano de bondad Su ternura por mitad Entre ambos despliega sus alas. Dos floretes combatiendo a muerte Se interponen con negra suerte Y en la tregua de la encrucijada Las manos de olivo de Blanca. Y en el valle gris de Guadarrama El perfil de una ladera helada Que concilia el sol del sur y el norte Y se acuesta sobre el horizonte.