De los pelos y a la jaula por diez pesos le cambiaron la noción, de una raza que camina a la extinción. Con los dotes de un canino, supo hacerse un lugar entre los seres queridos. Su corta vida alcanzará para hacer la revolución, de una raza tan cercana a la razón. Y aunque no tenga testigos, como así lo bautizaron, Ernesto fue otro argentino... Que peleaba para escapar de una Matrix de aserrín y paredones. Olfateando la libertad, se fue alejando de tibias generaciones. La ruedita cazabobos no posterga la ilusión, del que viene a cumplir una misión. Su dueño entre " Gran Hermanos" sin entender la función, y él conquista tres cuartos del comedor. Su constante salto en alto, su estrolarse con valor. Mi pachorra, mi conciencia y mi razón. Me carcomen el cerebro, me merezco un girasol y él merece la promesa... Que algún día va a reencarnar y volverá a dejar la medicina. En Bolivia lo escucharán, pronto lo esperaran por Argentina. Él peleaba para escapar de una Matrix de aserrín y paredones. Olfateando la libertad, se fue alejando de tibias generaciones.