Enterré mi todo en el patio que está justo Detrás de tu cuello, Y me lancé en un sueño arrepentido Donde tu dijiste Que los caminos se cruzaban Como saetas que navegan Y que tus ojos transparentes Lo reflejaban. Mi orgullo me tragué Y de ti me alejé, Pero ¿de qué sirve? Si a mi ropa te tengo impregnada, Si a mi cruz te tengo clavada, Disimulo que no es nada, Que son cosas del pasado pero ¿Para qué voy a mentir? Blanca, mi redentora, Blanca, mi salvadora. La que me sacó del infierno Para envolverme en otras llamas; Lenguas de fuego que mi boca respiraba, Promesas de amor tragaba. Blanca, la dulce condena. El masoquismo de pensarte, Y que los huesos duelan, Que los huesos duelan, Solo para sentirme vivo. Blanca, ¿alguna vez te irás de mi cabeza? ¡avísame! Y así podré reparar el espacio que usaste Y que nunca quisiste aceptar. Blanca, mi redentora, Blanca, la dulce condena. El masoquismo de pensarte Y que los huesos duelan, Pero un beso amarra al corazón, Amarra el corazón. Y vivir con esa sensación Y ese recuerdo con olor a ti, Y ese recuerdo con olor a ti...