Al Rey adorad, grandioso Señor, Y con gratitud cantad de su amor. Anciano de Días, el gran Defensor, De gloria vestido, le damos loor. Decid de su amor, su gracia cantad; Vestido de luz y de majestad. Su carro de fuego en las nubes mirad; Son negras sus huellas en la tempestad. ¿Quién puede tu providencia contar? Pues tu aire me das para respirar. En valles y en montes alumbra tu luz, Y con gran dulzura me cuida Jesús. Muy frágiles son los hombres aquí, Mas por tu bondad confiamos en Ti. Tu misericordia ¡cuán firme! ¡cuán fiel! Creador, Salvador y Amigo es Él